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Los roles negativos que no debemos ejercer sobre nuestros hijos
Familia
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Los roles negativos que no debemos ejercer sobre nuestros hijos
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Como padres, nosotros somos el primer modelo a seguir que conocerán nuestros hijos, su influencia más poderosa y omnipresente. Buscarán nuestro apoyo y aprobación incluso cuando no lo admitan. Por esto, debemos ejercer roles positivos en su educación, ya que el ejemplo que les demos desde el principio marcará su personalidad y sus valores al crecer. 

Es una pesada carga, cierto, pero es la responsabilidad que aceptamos al traer niños a este mundo. Que se conviertan en seres humanos decentes es la misión que conlleva la paternidad. 

En más ocasiones de las que nos gustaría, la tarea de ser padres no es del todo fácil. De hecho, puede ser agotadora, un gran esfuerzo de control y autodisciplina, especialmente cuando dejan de ser pequeños y alcanzan la temida adolescencia. Sin embargo, la buena convivencia y la enseñanza de valores cívicos no es imposible. Es cuestión de paciencia. 

¿Qué roles negativos debemos evitar?

1. Violencia: Todos perdemos los estribos alguna vez, unos más que otros. Sin embargo hay límites que no deberíamos cruzar, especialmente con nuestros propios hijos. El abuso de poder adulto-niño es una de las causas más cruciales para el deterioro de la personalidad y los lazos afectivos. Una vez ejercida la violencia (en el sentido extremo de la palabra) el niño no nos tendrá respeto, sino miedo, y ninguna relación que someta a otro mediante el temor será fructífera.

 

2. Presión: Muchas veces nos vemos reflejado a nosotros mismos en nuestros hijos. Algunos padres ven en sus retoños la posibilidad de cumplir los sueños de su infancia que nunca pudieron llevar a término, ya por falta de talento o por obstáculos económicos, familiares o de salud. Cuando nuestros hijos desarrollan una habilidad con la que nosotros soñábamos de niños o se interesan por algo en común a nosotros, algo en nuestro interior nos muestra una imagen de ese “yo” anterior que fracasó en el camino y vemos a este nuevo “yo” que tiene la oportunidad de continuar donde nosotros caímos. No podemos dejarnos llevar por este sentimiento.

Nuestros hijos son parte de nosotros, pero no una extensión de nosotros. Sus logros y metas son únicamente suyos y nuestro deber es apoyarles y guiarles, pero no conducirles ni presionarles. Antes todo deben hacer actividades que disfruten y con las que se diviertan, porque en el momento en que éstas se conviertan en una obligación perderán todo interés y lo tomarán como una carga. 

 

3. Intolerancia: Si se crían en un entorno donde se critica a otros por su raza, religión, orientación sexual, aspecto físico, etc., creerán que tienen todo el derecho del mundo a seguir este ejemplo, que los que son diferentes a ellos merecen ser perseguidos y humillados.

De la misma manera, sentirán pavor a ser vistos como objetos de burlas y reprimirán cualquier pensamiento o sentimiento que, en su opinión, pueda ocasionarlas. La educación empieza en casa; es ahí donde aprenderán los valores morales que los marcarán al crecer.

 

4.Desapego: Los lazos afectivos con los padres son el primer contacto que un niño tiene con el amor. Si éste crece en un entorno frío en el que ni se le motiva ni se le apoya, no aprenderá a sentir afecto y evolucionará en una persona desequilibrada. En la vida adulta se tiende a buscar el amor que no se ha tenido en la infancia y esta carencia es la base de muchos trastornos psicológicos.

 

5. Sobreprotección: El control excesivo sobre el pequeño le causará un gran trastorno de dependencia, inseguridad e incapacidad para hacer nada por sí mismos. 

 

6. Favoritismo: A pesar de que deberíamos querer a todos nuestros hijos por igual, siempre hay un favorito. Debemos evitar que éste hecho sea perceptible para los otros, no mostrarnos más indulgentes ni más cariñosos con uno de ellos dejando a los demás a un lado. Tienen que sentirse queridos por igual sean cuales sean nuestras preferencias. De otra manera, nacerá en ellos rencores y envidias, y la relación, tanto con nosotros como con el “favorito”, acabará siendo insostenible. 

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