A la hora de mostrar el cariño, hay familias con estilos diferentes. Para algunas es importante demostrarlo con abrazos, besos, caricias o decir palabras cariñosas; otras no tienen esa costumbre, lo cual no significa que no exista ese sentimiento. Pero sí es importante que se sienta y que se vea de una forma u otra.
Obras son amores
Mostrar el cariño tiene relación con la expresión de los sentimientos. Y eso es algo que se aprende en el entorno familiar. Mostrar sentimientos es muy importante para el equilibrio emocional y psicológico de cualquier persona. No debemos reprimir la alegría, ni la tristeza, ni el enfado, ni el llanto de los niños, sino encauzarlo y moderarlos si observamos que las respuestas emocionales ante determinadas situaciones son excesivas o inadecuadas. Evitemos que las emociones les inunden.
Mostrar cariño por nuestros hijos no solo ha de ser a través de besos y abrazos, sino a través de pequeños detalles de atención: prepararles la merienda que les gusta, o esa comida en su cumpleaños. Hacer ese día el plan que esperan con ilusión, regalarles algún detalle el día de su santo, o cuando han acabado el curso.
Pero sobre todo, atenderles en sus legítimas peticiones y necesidades emocionales: escucharles y hablar con ellos cuando están tristes o desilusionados, estar pendientes de ellos si están preocupados por alguna circunstancia del colegio, entender cuándo tienen miedo y tranquilizarles, explicarles las cosas que no entienden con paciencia, darles consuelo cuando lloran desconsoladamente, atenderles con paciencia cuando están enfermos, "perder" el tiempo con ellos....
Todo ello son muestras de cariño, porque el cariño es activo, no se queda quieto ante las circunstancias de aquellos a quienes más queremos. Lo dice el refrán: "obras son amores", la cuestión es estar disponibles para nuestros hijos.
Especialmente en las primeras etapas de la infancia es importante para los niños sentirse valorados por sus padres. Esto no significa que no le deban corregir, al contrario, pero se puede hacer sin herir, respetando los sentimientos de nuestros hijos y evitando que se sientan rechazados, corrigiendo sus errores con cariño.