Educar es enseñar un camino, y es necesario mostrar con claridad cuál es, ya que el niño ignora los que es lo mejor para él. Poner límites es necesario para que los niños sepan por donde hay que caminar. Son los padres los primeros que han de marcar esos límites.
El niño necesita límites
Los niños necesitan un marco de referencia. Los límites y las normas de conducta le hacen sentir seguro, le ayudan a aceptar un "no", a tener claros valores para la vida, qué está bien y qué está mal. Los niños que no han tenido claros los límites corren el riesgo de convertirse en pequeños tiranos que intentarán imponer su voluntad, con poca tolerancia a la frustración, sin respeto por las personas y las normas y con una gran dosis de egoísmo.
Unidad y claridad
Los padres deben acordar cuáles son las formas de actuar y ser claros en la exposición de los límites, explicando los razonamientos pero sin muchas palabras y sin dar marcha atrás. Las normas deben ser adecuadas a su edad, claras y ser concretas. Debemos ser pacientes porque no siempre al niño las cosas le saldrán a la primera, ni aceptará lo que le indicamos. Habrá ocasiones en las que podremos negociar los límites, dándole un espacio en el que pueda elegir de entre las alternativas que una misma norma puede tener. La firmeza de los padres es muy importante.
Errores evitables
Los padres saben que a veces es difícil que el niño acepte una orden o un límite. Pero hay que mantener la norma, explicar las consecuencias que tendrá el no cumplirlo y mantener esas consecuencias, (si es un pequeño castigo, no dejarlo). Predicar con ejemplo es fundamental: si no se usa el móvil en las comidas, nosotros tampoco: debemos actuar con coherencia.
En muchas ocasiones deberemos intervenir y corregir, si no lo hacemos el niño piensa que no se le valora. No debemos ceder después de un "no", un "no" no es negociable, aunque escuchemos quejas. El "sí" si se puede negociar, si vamos a ver la tele, puede elegir entre las opciones que nosotros queramos. Evitemos el autoritarismo, el "porque lo digo yo", los gritos y la humillación: harán lo mismo en su forma de relacionarse. Felicitemos los avances y escuchemos, es la mejor forma de que nos escuchen.