Emmi Pikler fue una doctora especializada en pediatría que estudió en Viena y se instaló en Hungría en los años 30. Desarrolló un sistema educativo en el cual se asume al niño como a un ser activo, competente y capaz de tomar iniciativas.
El objetivo de su estudio era ofrecer a los infantes una experiencia que preservase su desarrollo y se evitasen las carencias que pudieran crear la ausencia de un lazo profundo con los padres. La casa-cuna de la calle Lóczy donde llevó su sistema a la práctica es hoy en día el Instituto Pikler.
Básicamente, este método defiende dejar al infante en completa libertad. Defiende el autoaprendizaje: qué posturas debe adoptar, cómo mantener el equilibrio al sentarse y aprender a caminar por sí mismo, sin ayuda de un adulto que lo lleve de la mano. Según la teoría de Pikler, el niño, al sentirse libre de experimentar su cuerpo y el espacio, tendrá una actitud más positiva, activa y curiosa.
Para conseguir que el niño tenga autonomía sobre su aprendizaje, el adulto debe:
- Ser paciente.
- Ser considerado y amable con el pequeño.
- Evitar manipularlo.
- Comprender que cada niño tiene sus propios ritmos de aprendizaje. Nunca debemos meterle prisa.
- Evitar involucrarnos constantemente en el desarrollo y aparición de sus funciones y habilidades.
- Nuestra ayuda será indirecta.
Por supuesto, este método necesita de unas condiciones específicas para el bienestar del niño:
- Ropa adecuada y cómoda para darle libertad de movimiento.
- “Parques” mientras no duerma, cada vez más grandes, acordes a su edad y estatura.
- Muebles fijados al suelo para que el pequeño pueda agarrarse a ellos sin riesgo de que se le caigan encima.
- El niño es mejor que esté desnudo durante los meses de calor.
- Siempre estará rodeado de juguetes adecuados a su edad que estimulen sus sentidos.