Es importante que comencéis a transmitir normas de conducta y límites durante los primeros años de vida, los cuales, se asentarán en base a determinadas rutinas y pautas de comportamientos que deberán respetarse.
Una de vuestras mayores preocupaciones radica en saber cuándo debéis empezar a poneros “duros” y exigentes con vuestros hijos.
Este cambio no es algo que se produzca de forma drástica y de un día para otro, es una transición paulatina en la que deberéis adaptaros en función de la etapa de maduración en la que se encuentre vuestro hijo. Por esta razón, deberéis tener cuidado con lo que le exigís en cada momento.
¿Cómo poner límites a los niños pequeños?
Si acostumbráis a vuestro hijo a que siga siempre una secuencia de acción, ya sea con la comida, con el baño o con el juego, posteriormente resultará más fácil que participe en ella de principio a fin, aunque con el paso del tiempo, éstas vayan haciéndose más complejas.
Es fundamental ser lo más repetitivos posible en la práctica de estas rutinas, sobre todo cuanto más desorganizado sea el niño en sus ritmos vitales (comidas, vigilia-sueño, etc…).
Aunque el niño no se capaz de captar el mensaje que vosotros le verbalicéis, sí que entenderá el tono emocional y el volumen del mismo cuando le digáis las cosas de una determinada manera, ya sea de forma seria, enfadada, divertida, nerviosa, etc...
Esta etapa, en especial, cuando logra ponerse de pie, es la del "eso no se toca" o "eso no se hace". Es importante que retiréis de su alcance aquello que pueda resultarle peligroso, sin embargo, no deberéis optar por quitarle absolutamente todo. Un aprendizaje fundamental para su desarrollo consistirá en que debe saber que existen cosas que puede tocar y otras que no, es decir, que no siempre va a poder tenerlo todo, aunque lo vea.
Por esta razón, es fundamental que consigáis establecer unas normas claras de comportamiento, reafirmándole los límites que no puede traspasar, y por supuesto, recordarle los beneficios que conlleva respetarlos.