La tos ferina (o tos convulsiva) es una infección bacterial muy contagiosa que afecta al aparato respiratorio. Puede durar semanas o alargarse incluso meses. Su origen se encuentra en una bacteria (Bordetella pertussis o Bordetella parapertussis) que se encuentra en la nariz, la garganta y la boca y se contagia a través del aire. Afecta principalmente a los lactantes menores de seis meses, a adolescentes y a adultos, siendo el primer grupo el más vulnerable. En los bebés puede incluso provocar discapacidades permanentes y, en el peor de los casos, la muerte.
Síntomas:
- Una semana después de la explosión de la bacteria, los síntomas aparecen semejantes a los de un resfriado normal.
- 10 o 12 días después, la tos se encuentra en su culmen. Les cuesta tomar aire y se oye una especie de estertor. La tos puede provocar vómitos e incluso la pérdida de conocimiento. La asfixia y las pausas largas al respirar son muy frecuentes en los bebés.
- Suelen darse diarrea, fiebre baja o rinorrea.
- Durante el periodo de incubación (1-2 semanas) apenas aparecen síntomas.
- En la etapa catarral (2 semanas) aparecerán los estornudos, rinitis, ojos llorosos y una leve tos seca e irritativa que la provoca el más mínimo estímulo.
- Durante unas 4-6 semanas se da el estado asfíctico. La tos se vuelve convulsiva, lo que provoca una gran sensación de angustia en el enfermo. “Gallo” de la tos ferina: la tos va cediendo y al final se expulsa un esputo blanquecino o vómito. Tras este periodo, debido a los ataques de tos, pueden aparecer varios efectos, entre ellos pequeñas hemorragias subconjuntivales, petequias en cara o incontinencia de la orina.
Tratamiento:
- Antibióticos en la primera etapa. En bebés se pueden confundir los síntomas con los de la neumonía. Y, si el diagnóstico es tardío, los antibióticos no surtirán efecto.
- Los bebés menores de 18 meses deben permanecer bajo supervisión ya que la tos ferina puede ser mortal para ellos.
- Los jarabes para la tos y similares no sirven y no se recomiendan.
- Vacuna contra la tos ferina como prevención. Es el método más eficaz. Las mujeres embarazadas deberían vacunarse a partir de las 27 semanas de gestación para transmitirle los anticuerpos al feto. La vacuna no afecta ni a la lactancia ni a la madre.