A los niños, por lo general, no les gusta estudiar. Necesitan alicientes para esforzarse porque hasta el final de la adolescencia probablemente no se darán cuenta de lo importante que es una buena preparación. Aún no se habrán marcado objetivos para un futuro que para ellos resultará lejano, casi otra vida. Nuestro papel como padres es el de mantener despierto su interés por aprender y probarse a ellos mismos. La comunicación en el hogar, aunque no lo parezca, es el epicentro de la autoestima temprana de los niños.
A continuación os damos unos consejos para incentivar a vuestro hijo a ponerse a estudiar:
1. No forzarlo: los niños son rebeldes. Si nos imponemos será como tensar una cuerda muy fina. En lugar de esto, lo recomendable sería hablar con el niño, descartar problemas de aprendizaje severos (en este caso, consultar con un especialista) y darle modelos a imitar (personajes famosos que admire y que han llegado hasta donde están con mucho esfuerzo y dedicación) para que comprenda que todo sacrificio tiene su recompensa.
2. Crear un entorno para sus estudios: su habitación, nunca la cocina/comedor ni la sala de estar. El ordenador o la tableta deben estar apagados salvo en caso de consultas relacionadas con sus deberes. Y jamás debemos estar sentados a su lado vigilándolos. Es bueno que sea el niño quien decore su propia zona de estudio. Rodearse de cosas que le gustan le mantendrá más motivado y alegre y la hora de estudio resultará algo más atractiva.
3. Fijar metas y recompensar los logros: podemos hacer notas cada semana, por ejemplo “X sacará más de un 5 en el próximo examen” o “X terminará sus deberes a tiempo”. Es importante que las metas sean reales, acordes con las capacidades del niño. Y, por supuesto, él debe opinar respecto a éstas. Si el niño siente que está recibiendo órdenes acabará por rebelarse.
4. Tener un horario: lo ideal es que el niño acabe sus tareas a tiempo para poder jugar antes de la cena, con pausas dependiendo del tiempo que necesite. Hay niños que se despistan con mucha facilidad y necesitan de varias horas para terminar tanto los deberes como el repaso y otros que se concentran más profundamente. Sea como sea, debemos darles su espacio y no estar encima de ellos en su tiempo de estudio. Debemos alabar el trabajo bien hecho y no centrarnos únicamente en los fallos.
5. Prohibidas las comparaciones: sólo frustrarán al niño. Tampoco hagas comentarios públicos negativos sobre él. Los padres, además, debemos mostrarnos comprometidos con el colegio para que el niño sienta que su rendimiento y actividades nos interesan. Ir a reuniones de padres y colaborar con los profesores no sólo nos beneficiará a nosotros, sino también a nuestros hijos.
Evitemos gritar, amenazar y castigar en la medida de lo posible cuando el niño o no hace los deberes o saca una mala nota. Esto hará que asocie la escuela con algo negativo. En lugar de ello, debemos concienciarlo a que esa no es la actitud adecuada y que será él quien salga perjudicado de seguir así. Pero hay casos en los que algo de severidad es necesario. Si la resistencia que el niño ponga se vuelve insostenible y ningún tipo de comunicación surte efecto, entonces el castigo está justificado y es incluso recomendado.
6. Nunca hagas sus deberes: porque el niño entonces ni aprende ni se disciplina. Podemos ayudarlos con dudas, pero hasta un límite.
7. Darles ánimo con mensajes positivos: “Sé que puedes hacerlo”, “Sé que te has esforzado, seguro que lo harás mejor la próxima vez”, “Veo que cada día mejoras más”…