Si a nuestro hijo las matemáticas se le atragantan, lo primero es no asustarse. Las matemáticas son el caballo de batalla de muchos niños. Pero hay que poner los medios para superar el obstáculo.
Algunos profesionales sostienen que las matemáticas se empiezan a aprender con 4 ó 5 años, más tarde que el lenguaje. Los niños aprenden el leguaje desde bebés, cuando comienzan una inmersión lingüística. En su cerebro se va asentado una estructura de lenguaje de forma inductiva, escuchando. No ocurre así con las matemáticas, con sus conceptos abstractos. Además, las reglas matemáticas le son enseñadas, no las deduce.
Estimulación temprana
Hay colegios que usan programas educativos de estimulación precoz desarrollando habilidades básicas en la etapa de máxima plasticidad cerebral. Las matemáticas dotan al niño de una mayor organización de su corteza cerebral, al igual que el lenguaje dota de una estructura de pensamiento. Los papás pueden hacerlo en casa: ir contando los botones de la camisa, los lápices de colores, el número de juguetes... En la mesa podemos preguntarle a nuestro hijo cuántos vasos hay: si hemos comprado pasteles, podremos contar cuántos hay antes de comérnoslos y cuántos después. También podemos usar los botones del ascensor para repasar los números. O comparar precios en el supermercado.
Matemáticas en el cole
Cuando las matemáticas presentan dificultades escolares, no habrá más remedio que animar al esfuerzo. Es necesario recordarle a nuestro hijo o hija que deberá prestar un poco más de atención y preguntar las dudas en clase. Los deberes de matemáticas deberán ser los primeros, y no dejarlos para el final, cuando ya están cansados. La ayuda de papá o mamá siempre animará. Las matemáticas necesitan lápiz y papel, y constancia: nos piden que cada día les dediquemos un rato.
En cuanto a la calculadora, ayuda, pero no resuelve las dificultades con las matemáticas. Deberemos explicar a nuestro hijo que para saber manejarla con eficacia deberá antes saber para qué la necesita.