Un grupo de investigadores de la universidad de Harvard ha realizado un estudio sobre el consumo excesivo de refrescos. Para ello, dieron de beber a un grupo de ratones dosis diarias de refrescos. Comprobaron que, al cabo de unos días, a los ratones se les empezaron a debilitar los músculos y los huesos, así como provocaron daños en el corazón y los riñones. Estos experimentos no han sido probados con humanos, debido al posible riesgo que pueden traer, pero no han descartado la posibilidad que, en menor escala, traiga los mismos síntomas en los seres humanos.
Visto esto, vamos a ver algunos factores que sí han sido probados por el consumo un excesivo. En primer lugar, tenemos que tener en cuenta la gran cantidad de azúcares y endulzantes que contienen, por lo que estimulan la formación de grasa corporal y aumentan el riesgo cardiovascular. Por poner un ejemplo, un vaso oscila entre 130-170 calorías, teniendo en cuenta, que la media de calorías que debe consumir un niño entre 2-5 años es de 1200-1400, podemos ver que si consumiera tres vasos diarios de refresco cubriría una cuarta parte de ellas.
Otro efecto indirecto de un consumo excesivo de estos refrescos, es que normalmente se disminuye el consumo de agua o de lácteos necesarios. Esto va relacionado con los efectos adictivos que producen, por lo que ellos siempre van a preferir algún refresco que un vaso de leche.
En cuanto a la salud bucodental, ingerir tantos azúcares aumentan el riesgo de caries. Además, los refrescos, están compuestos por sustancias químicas (PH 2,81) que dañan considerablemente el esmalte de los dientes.
Como conclusión, la mejor solución es controlar su consumo, no es cuestión de prohibirlas, pero sí debemos tener claro, que no es algo que debamos incluir regularmente en la dieta de nuestros pequeños.