La literatura infantil ha cambiado mucho en los últimos años, se han diversificado los temas, las editoriales se han esforzado mucho en realizar ediciones atractivas para los más pequeños y hay muchos autores de libros para niños. Sin embargo hay muchas alternativas a la lectura: los deberes del colegio, las actividades extraescolares, las actividades del fin de semana, las películas, los juegos en Internet... Hallar un hueco para coger con calma un libro infantil puede ser difícil a no ser que los padres quieran realmente enseñar a sus hijos, desde temprana edad, todo lo bueno que reporta la afición a la lectura.
Los cuentos son para los niños
Una de las ideas que los padres deben tener claro si quieren infundir en sus hijos el amor a la literatura, es que debe haber un tiempo y un espacio para la lectura. Empezar desde pequeños es la mitad del camino. Para allanarlo lo más fácil es que los padres cuenten cuentos a sus hijos y que los peques vean que sus padres cogen un libro entre sus manos.
Un cuento casi a diario (aunque muchas veces sea el mismo) es la base para comenzar con una buena relación con la literatura. Los cuentos tradicionales que aprendimos de niños son siempre una fuente rica, por muy pasados o superados que nos parezcan, pero son siempre un recurso esas historias en las que los niños son protagonistas y en los que hay siempre algo positivo que enseñar a los más pequeños, la famosa moraleja. Tal vez tengamos que contar una y otra vez la misma historia, con mucha paciencia, porque una y otra vez nos piden que les contemos el mismo cuento.
Pero esto no hace sino poner en funcionamiento su memoria y su capacidad verbal, y la forma lógica y ordenada en la expresión. Un rato al día, no necesariamente, en el bedtime, antes de dormir, es suficiente: cuando se vuelve del cole, a la hora de comer o cenar, en un atasco, durante la merienda... hay muchos momentos al día. Pedir al niño o niña que repita y cuente él mismo la historia favorecerá su expresión verbal y activará también su memoria.
Saber elegir
La literatura infantil ha evolucionado en las últimas décadas, de tal forma que hay un interés por parte de editoriales y autores de escribir cuentos e historias que mantengan una relación con el entorno social actual. Por otra parte muchas publicaciones para niños y jóvenes están incluídas en los sistemas de marketing y mantienen una estrecha relación con historias del cine, series de televisión, personajes de animación...
La adaptación de las historias para niños al mundo actual ha originado la aparición de nuevos perfiles de sus protagonistas, en ocasiones con actitudes anteriormente poco aceptadas y que se consideraban inconvenientes para los más pequeños. Además, hay un sinfín de libros y álbumes para los más pequeños, ingeniosos y divertidos, con todo tipo de contenidos educativos, con atractivas ilustraciones y todo tipo de métodos didácticos.
Entre la gran oferta que podemos encontrar de literatura infantil y habida cuenta del interés que tienen las editoriales por sacar títulos atractivos para todas las edades, es necesario una mínima brújula para orientarse. Por ello es recomendable buscar y conocer, porque no siempre los mejores libros para niños y jóvenes están en los escaparates. Una bonita ilustración infantil no es siempre garantía de que el contenido sea el adecuado para nuestros hijos. Es necesario al menos echar un vistazo a la historia, comprobar que el contenido nos parece adecuado, y una vez que hemos adquirido un cuento o un libro, hemos de leerlo también, siempre que sea posible: los padres ganan muchos puntos si conocen de antemano la historia porque de esa forma podrán compartir y charlar con sus hijos sobre ello, hacer una especie de libro-fórum.
Los padres deben ser los primeros que deben juzgar, mejor que nadie, si un libro infantil es bueno para sus hijos, tienen la ventaja de que conocen además sus gustos y características personales y el cuento o libro adecuado seguro que existe.
Aquí van algunas sugerencias:
Para los más peques
Conducir es fácil. Fernando Pérez Hernando. A Buen Paso. Madrid (2012). 32 págs. Álbum que, al abrirlo, presenta y toma forma de volante que se ha de agarrar por ambos lados. Luego, el lector ha de seguir las instrucciones.
Un libro. Hervé Tullet. Kókinos. Madrid (2010). 56 págs. Traducción: Esther Rubio. Libro bromista e ingenioso. En la primera página se ve un círculo amarillo y se lee: "Pulsa el círculo amarillo y pasa la página".
La campeona mundial de mantenerse despierta. Jimmy Liao y Sean Taylor. Barbara Fiore. Granada (2011). 40 págs. Traducción: Carlos Andreu y Albert Vitó. Stella tiene que irse a la cama pero ni la cerdita Rosa, ni el ratón Amperio ni Sapo de Trapo están por acostarse, e incluso Rosa dice que ella es la campeona mundial de mantenerse despierta.
En el silencio del bosque. Cristina Pérez Navarro. A buen paso. Barcelona, 2010. 48 págs. Álbum sin palabras. Una niña se dirige hacia un bosque detrás de su pelota y, allí, se asusta y acaba encontrándose con un oso.
Zoo. Suzy Lee. Los Cuatro Azules. Madrid, 2010. 36 págs. Álbum que habla de la riqueza imaginativa de una niña, que va con sus padres al zoo.
El tigre que vino a tomar el té. Judith Kerr. Kalandraka. Pontevedra, 2010. 30 págs. Álbum que hizo famosa a su autora. Cuando Sofía está tomando el té con su madre llaman a la puerta. Sofía abre la puerta y ve un enorme tigre que, amablemente, le dice que si puede pasar a tomar el té.
En blanco. Lucía Serrano. Anaya. Madrid, 2011. 34 págs. Irene es una chica a la que le gusta dibujar y tiene la cabeza llena de ideas. Pero, cuando intenta dormir, eso es un problema pues unas ideas traen a otras. La narración cuenta sus trucos.
Para los primeros lectores
Art y Max. David Wiesner. Océnao Travesía. Barcelona (2011). 42 págs.Art y Max son unas lagartijas que viven en el desierto. Max, un alocado entusiasta, pide a su amigo Art, o Arturo, un pintor experto, que le enseñe. Pero, cuando Max intenta usar el pincel empiezan a ocurrir cosas de todo tipo.
La Ardilla Miedosa por la noche. Mélanie Watt. Almadraba. Madrid (2011). 32 págs. Traducción: Rosa Pérez. La protagonista no quiere tener pesadillas por la noche: tiene todo un catálogo de los seres que no desea que se le aparezcan, y una lista de tareas para no dormirse.
Henri viaja a París. Saul Bass y Leonore Klein. Gustavo Gili. Barcelona (2012). 44 págs. Traducción: Álvaro Marcos. Henri vive en Reboul, cerca de París. Como lee muchas cosas acerca de París, un día decide ir allí. Emprende su camino y, cuando se queda dormido, deja una señal que le oriente para, cuando se despierte, reemprender el viaje en la dirección correcta. Pero algo pasa por la noche...
El pez que sonreía. Jimmy Liao. Barbara Fiore. Granada, 2010. 100 págs. Un tipo llamado Jimmy se queda prendado de un pez al que ve en una tienda. Lo compra e instala la pecera en su habitación. Esa noche sueña con que el pez, dentro de la pecera, sale de la habitación.
La casa del árbol. Marije y Ronald Tolman. Adriana Hidalgo. Buenos Aires, 2010. 32 págs. Álbum sin palabras. Todas las dobles páginas contienen el mismo árbol con una casa entre sus ramas en la página derecha.