La adolescencia es una época de grandes cambios, y éstos pueden ser tan bruscos que no reconozcamos a nuestro hijo en cuestión de un par de años. Por eso el pilar de la buena comunicación con nuestros hijos llegados a esta edad es conocerse: sentarse y hablar, intercambiar intereses sin imponerlos, como se haría con un amigo.
Es cierto que, en esta etapa, a veces los hijos no están por la labor de hablar con sus padres, se encierran en sí mismos y tienen la cabeza puesta en mil cosas diferentes: estudios, amigos, aspecto, el florecimiento de su sexualidad… De ahí a que su carácter suela ir de un extremo a otro fácilmente.
A continuación os dejamos unos cuantos consejos para mejorar la relación con vuestros hijos una vez llegados a la adolescencia:
1. Aprovecha las ocasiones en las que estáis todos reunidos, como almuerzos y cenas, para charlar sobre el día a día. Así ven que muestras interés por lo que hacen o les sucede. Las pequeñas charlas ayudan a fortalecer la confianza y es un puente hacia conversaciones más profundas y largas.
2. Mente abierta. Debemos ser tolerantes y pacientes con nuestros hijos e intentar ponernos en su lugar. Recordemos que nosotros pasamos también por esa etapa, que nuestros gustos, aficiones y amistades no coincidían con los de nuestros padres. Debemos mostrar interés por todo aquello que concierna a nuestros hijos y compartir con ellos nuestras propias experiencias y aficiones. Que dos personas no piensen igual no es motivo para faltar al respeto.
3. Que participen en las decisiones que implican a la familia y el hogar. Ese voto de confianza será importante para ellos. Sabrán que ya no les consideráis niños pequeños.
4. Sé pacífico. Resuelve los conflictos de forma calmada y ten siempre presente que tú eres el adulto y el que debe dar ejemplo. Evita los gritos y las amenazas en la medida de lo posible. A esta edad, cualquier motivo es bueno para la rebeldía.
5. Elimina el tabú. Haz ver a tus hijos que pueden hablar contigo de cualquier tema que les preocupe, por muy delicado que sea (sexo, violencia, problemas del colegio…). Tienes que convertirte en un punto de referencia y apoyo para ellos. Recuerda que los cimientos elementales para construir una buena relación son la comprensión, el respeto y la paciencia.