La autoestima significa seguridad y asertividad, también los niños la pueden tener o pueden carecer de ella. La función de los padres en la tarea de reforzar la autoestima de sus hijos es fundamental. Los padres son el primer referente y de mayor importancia para los pequeños. Son los maestros de la vida y de la mirada del padre y la madre hacia su hijo depende su seguridad y equilibrio emocional, aunque a veces no lo perciban así o se olviden de ello.

Sentirse queridos

Los padres podemos caer a veces en el error de considerar que dando lo necesario para vivir y estudiar a nuestros hijos ya estamos haciendo lo necesario. Sí, pero no solo. Los niños necesitan saber que son queridos y respetados. Por ello los peques reclaman continuamente nuestra atención de una u otra forma.

No siempre deberemos atenderles como piden, pero sí debemos darles nuestra atención a lo largo del día, que no es solo dar órdenes o reñirles cuando no se han portado bien. Es dedicarles nuestra atención, escucharles, charlar, ayudarles en lo que necesitan, mostrarles nuestro cariño, hacerles sentir que para nosotros en ese momento solo existen ellos y que no vamos a salir corriendo para hacer cosas más importantes, dando muestras de impaciencia. Un rato al día dedicándoles toda nuestra atención es realmente terapéutico.

Animar y acompañar

Es bueno animar a nuestros hijos a que superen pequeños miedos, a hacer actividades que son buenas para ellos, dejarles que hagan las cosas mal cuando no son capaces de ello sin enfadarnos ni ridiculizar ni reñir innecesariamente y felicitar con ganas cuando las hayan hecho correctamente.

Evitemos corregir continuamente, esto no provoca más que ansiedad o miedo a fallar. Debemos hacerles sentir importantes por ser quienes son, no por las habilidades que tengan o las cosas que sean capaces de hacer. Evitemos además las comparaciones con hermanos u otros niños. Cuando muestren preocupación, miedo o están tristes, es el momento para dedicarles más tiempo, establecer una comunicación tranquila y adaptada a su edad, jugar o hacer una actividad juntos que les de tranquilidad y se sientan seguros.

Los niños perciben muy bien las actitudes de sus padres y serán a veces más útiles que muchas palabras.