Los niños que no aguantan quietos y que tienen dificultad para concentrarse y atender en clase siempre han existido, pero en las últimas décadas los casos más significativos son diagnosticados como trastorno por déficit de atención.
Comienza a mostrar síntomas ya antes de los 7 años y generalmente se manifiesta con claridad en clase. El trastorno por déficit de atención o TDA en muchos casos va acompañado de hiperactividad o TDAH: Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad. Se registró como enfermedad en 1980 en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders de la American Psychiatric Association.
La prevalencia más aceptada está entre el 5% y el 7%. Hay un porcentaje de niños que sufren estos trastornos por razones biológicas. Pero hay otros que presentan características estas características por razones de conducta o entorno.
Según algunos especialistas el diagnóstico del TDAH ha mejorado mucho en los últimos veinte años gracias a la generalización de la entrevista clínica y las pruebas de diagnóstico, como el examen de exploración Electroencefalograma NeuroCybernetic, razón por la que ha aumentado el número de casos. Estos informes se completan con la ayuda de padres y profesores.
Cómo detectar el déficit de atención
No es difícil detectar si nuestro hijo o hija presenta un déficit de atención, ya que si observamos su comportamiento en diferentes entornos y durante un tiempo podremos deducir cuál es su nivel de atención. Deberemos fijarnos en varios aspectos, como por ejemplo, si presta o no atención cuando se le habla o se le explica algo, si no sigue las instrucciones que se le dan, si no le gustan las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido, si se distrae con estímulos que nos parecen irrelevantes, si suele perder instrumentos necesarios para realizar sus tareas o actividades, si le cuesta atender durante los juegos.
La hiperactividad tiene también otras manifestaciones, y es fácil de detectarlas. Por lo general el niño tiene dificultades para permanecer en su asiento y se levantará, corre o salta en situaciones inadecuadas y sin sentido aparente, tiene dificultades para jugar con tranquilidad, es verborrágico, es decir, habla en exceso y en general su nivel de movimiento y actividad es excesivo. Además podremos fijarnos en otro detalle: mueve en exceso manos y pies.
La impulsividad es otro de los rasgos definitorios. Le llevará a no mantener filtros a la hora de hablar, por lo que dirá lo que piensa, sin reprimirse, le costará guardar turnos, en los juegos, en clase. Otra manifestación de impulsividad es que interrumpe conversaciones, llama la atención, y contesta a preguntas sin esperar a que se hayan terminado de formular. Es necesario observar estas actitudes tanto en el colegio como en casa y en sus tiempos de juego.
Para preocuparnos, los síntomas deberán presentarse en al menos dos de los ambientes en los que desarrolla su vida normal y ser reiterados. En cualquier caso, deberemos hablar con el profesor o profesora, quien nos dará información sobre cómo se desenvuelve en las clases. De hecho, muchas veces el toque de alerta nos llegará desde el colegio. Ya es habitual que los profesores conozcan el déficit de atención y la hiperactividad, dada su divulgación en ámbitos escolares.
Para saber si realmente se trata de un problema de déficit de atención por hiperactividad y no de que nuestro hijo "es muy movido", deberemos sin duda alguna acudir al profesional. Él es quien nos dirá si realmente se trata de un trastorno de déficit de atención por hiperactividad y hará el necesario diagnóstico. Para abordar el TDAH en edad infantil será necesario un trabajo conjunto entre el especialista, los profesores y la familia.
Tratamiento adecuado
Las investigaciones de las dos últimas décadas han llevado a establecer tratamientos farmacológicos, cuyo uso se ha generalizado, dando buenos resultados por lo general y aumentando la capacidad de concentración y autocontrol. Pero ésta no es la única solución, ya que es necesario poner en marcha una terapia cognitivo-conductual para desarrollar una serie de actitudes y aptitudes que refuercen la ayuda farmacológica. Para que el tratamiento con fármacos sea eficaz es recomendable que comience a los 5 ó 6 años y ser controlado por un especialista.
Asociaciones de padres
Si es necesaria la ayuda de los especialistas, no es menos útil la función que cumplen las asociaciones de padres o de personas que presentan TDAH. Muchas veces las familias se ven sometidas a altos niveles de estrés por las hiperactividad de uno de sus hijos o uno de sus miembros adultos, ya que el TDAH se manifiesta a lo largo de la vida de la persona. Además, las asociaciones suelen organizar curos, talleres y conferencias para saber cómo abordar la situación.