A pesar de que en España los concursos de belleza infantiles no son tan populares como en Estados Unidos o Latinoamérica, poco a poco van haciéndose un hueco.
Decidir si este tipo de certámenes para las menores son buenos o malos dependerá de la moral de cada familia, ya que son los padres los que dan el consentimiento, es decir, tienen la última palabra, a la hora de inscribir a sus hijas (y a sus hijos, pero en menor medida ya que los eventos suelen ser dedicados a las niñas) a estos concursos.
Siempre que la actividad divierta al menor en cuestión, se tome como un juego que él o ella ha decidido, esté controlado por un adulto y se trate de un hecho puntual, no debería de haber ningún problema. Porque los niños a esta edad (normalmente entre los 5 y 12 años) lo que necesitan es jugar y divertirse.
Por otro lado, hay familias que se toman muy en serio estos concursos en un intento por plasmar en sus hijos sus propios sueños frustrados de éxito y belleza, cosa que se ve mucho en realities norteamericanos.
Varios grupos feministas y de protección del menor así como psicólogos tildan estos certámenes de atentados contra la infancia e hipersexualización de las niñas participantes. Muchas siguen rutinas y dietas que distan mucho de su edad y se someten a tratamientos de belleza que ni su piel lleva bien ni casan con el pequeño cuerpo aún en desarrollo.
Llevan uñas y pestañas postizas, extensiones, maquillaje agresivo y conjuntos pensados para una figura adulta. Últimamente hasta podemos encontrar en tiendas de lencería conocidas sujetadores con relleno y tangas para niñas de 10 años. Es cierto que muchas niñas sueñan con ser modelos o actrices. ¿Y quién no lo ha imaginado nunca? Pero deben seguir su proceso de desarrollo natural, hacer cosas que les diviertan y motiven y lograrlas por sí mismos.