La Cromoterapia es una técnica que emplea los colores para armonizar, estimular o incidir de distintas maneras en el organismo humano.
Su fundamento radica en la sensibilidad de los ojos a las frecuencias de vibraciones de la luz, lo que en el cerebro se manifiesta como la sensación de color. A partir de este principio, el color se utiliza para proporcionar sensaciones, tratar dolores y dirigir el comportamiento de las personas, es decir, se trata de aprovechar el efecto de los colores sobre distintos aspectos de nuestro organismo.
En lo que respecta a la alimentación, podemos emplear esta técnica terapéutica para complementar una dieta variada y que cumpla con todas las necesidades alimentarias del niño.
• Amarillo
Los flavonoides resultan muy eficaces para combatir las inflamaciones crónicas. En este caso, incluiríamos los cítricos, los pimientos amarillos, las zanahorias, las calabazas y las frutas exóticas.
• Azul
Los antocianos presentan una función protectora contra la carcinogénesis, es decir, la transformación maligna de las células. En este caso, incluiríamos las berenjenas, los arándanos y la col lombarda.
Respecto al pescado azul, éste contiene ácidos grasos y omega 3, beneficioso por sus propiedades antioxidantes.
• Rojo
Los carotenoides, junto a los polifenoles, ejercen una acción antioxidante y protectora sobre la piel, reforzando las propiedades del tejido conectivo, como por ejemplo, el de los huesos. En este caso, incluiríamos todos los frutos rojos (tomate, pimiento, zanahoria, manzana, etc…).
En cuanto a la carne roja, presenta un alto contenido de proteínas y hierro, aunque también de grasas saturadas, por lo que debe controlarse su consumo.
• Verde
La clorofila, responsable del color verde en las plantas, proporciona una gran cantidad de beneficios antioxidantes al organismo. En este caso, incluiríamos hojas y tallos verdes de plantas, así como algas y frutas de dicha tonalidad.
• Blanco
Las sustancias sulfurosas, responsables del color blanco, son unos de los compuestos más valiosos, pero también más difíciles de introducir en una dieta, debido a que están presentes en alimentos poco digeribles en estado natural, sin embargo, presentan importantes propiedades antitumorales. En este caso, incluiríamos la cebolla, el ajo, los espárragos, la leche, el yogurt o el diente de león.
Completando este espectro de colores en la alimentación diaria del niño, conseguiremos mejorar notablemente su salud.