Al principio, los niños son incapaces de gestionar sus propias emociones, sobre todo cuando no saben lo que están sintiendo en un determinado momento, o cuando son incapaces de aceptar la frustración y ciertas negativas a las que nunca se han visto expuestos.
Por ello, es importante que se eduque la inteligencia emocional de los niños desde una edad muy temprana, consiguiendo de este modo que puedan conocer, comprender y controlar las emociones, algo fundamental para que se puedan desenvolver en sociedad.
Veamos cómo ayudar a nuestros hijos a controlar sus emociones:
• Controlar su rabia
Es importante, y a modo de prevención contra las rabietas, que desde una edad temprana se establezcan unos límites que el niño sepa que no debe sobrepasar, razonándoles siempre el por qué está mal hacer cierta cosa, ya que de lo contrario, si los padres le ríen una acción poco adecuada, el niño volverá a hacerlo, dado que bajo su punto de vista tiene la aprobación de sus padres.
• Enseñarle a reconocer las emociones y a empatizar con los demás
A partir de los dos años de edad, los niños comienzan a interactuar con otros niños y adultos, por lo que es una edad muy interesante para enseñarles a reconocer las emociones, a la vez que se trabaja también la empatía.
Una manera muy sencilla de que el niño reconozca las emociones, es mostrándole dibujos de caras con diferentes expresiones y preguntándole, qué le pasa, así él nos contestará con, está triste, enfadado, etc...
Para trabajar la empatía con los niños, bastará con razonar con ellos, ya sea mediante los dibujos anteriores o sobre una situación real, preguntándoles, por qué puede estar triste o enfadado, o cómo cree que se siente la hermana después de cómo se ha portado con ella, etc...
• Afrontar las emociones a través de la comunicación
Es imprescindible que favorezcamos la comunicación con los niños desde una edad temprana, así éstos aprenderán a dialogar y a expresar sus emociones. Para ello, deberemos mostrarle confianza y comodidad para que puedan abrirse y transmitir sus emociones, primero en familia, después en la escuela y posteriormente en diferentes contextos de la sociedad. Algo muy útil cuando le pedimos a un niño que, antes de actuar, exprese en voz alta qué es aquello que le molesta o apena.
• Enseñarle a escuchar y a dialogar
Tanto uno como lo otro son muy importantes. Desde pequeño debe saber que ha de estar en silencio mientras otro habla, y para ello, se le ha de dejar ser partícipe de la conversación, preguntándole cuándo ha acabado, qué opina de ello, si lo ha entendido, etc... Del mismo modo, se le ha de enseñar a dialogar de forma democrática