El Síndrome de Down es una alteración cromosómica que tiene lugar en el proceso de fecundación del óvulo, debido a que se produce una trisomía en el cromosoma 21, lo que provoca que se formen 47 cromosomas en lugar de los 46 que se desarrollan habitualmente.
Sólo se conoce un factor que influye en la aparición de dicha trisomía, una edad avanzada en la madre.
Este exceso de material genético provocará un leve cambio tanto en el desarrollo emocional como físico de los niños que lo padecen respecto a los que no, siendo común entre ellos que presenten un pequeño retraso cognitivo, falta de atención y concentración, lentitud en el aprendizaje, dificultades en la imitación verbal, etc…
• Consejos para estimular al niño con Síndrome de Down
Dado que durante los primeros años de vida del bebé, el entorno juega un papel fundamental en el aprendizaje de los niños, es aconsejable emplear una estimulación temprana lo antes posible, la cual, puede ser muy beneficiosa para ellos, sobre todo para los que presentan Síndrome de Down.
A este respecto, el papel que tienen los padres en el desarrollo del pequeño se vuelve fundamental, ya que deberán exponerlo a estímulos que atraigan su atención y manipulación.
En algunos casos, esto se vuelve imposible debido a la falta de atención y concentración que algunos niños con Síndrome de Down presentan, pero esta estimulación se puede reforzar con el apego existente entre el niño y la persona más cercana a él, la madre. Sin embargo, dicho apego no sólo tiene beneficios, sino que también puede conllevar a ciertos inconvenientes.
Por un lado, gracias al apego se facilita el acceso a ciertos estímulos que lleguen a captar la atención del niño, empleando un juego compartido entre niño y adulto con el que se favorezca la manipulación, la coordinación y la atención del niño.
Pero por otro lado, un apego excesivo puede limitar las relaciones sociales del niño, las cuales, ya se ven limitadas debido a los factores que están presentes en un niño con Síndrome de Down. Por ello, lo más conveniente es llevar a cabo un juego colectivo con otros niños de su misma edad, presenten o no esta discapacidad. De este modo, se favorecerá un aprendizaje comunitario que ayudará a mejorar el desarrollo del niño en lo referente a sus habilidades sociales.