César Bona, profesor de 5º de primaria en el colegio Puerta de Sancho de Zaragoza, está considerado como el mejor profesor de España e incluso apareció en la lista de los 50 candidatos al Global Teacher Prize. Y ahora les diré por qué:
Su modelo educativo se basa en saber escuchar a los alumnos. Afirma que los niños son seres creativos y curiosos a los que se les debe dejar interactuar con los compañeros y el profesor, preguntar y compartir su opinión abiertamente. De otra manera, acallándolos y convirtiéndolos en máquinas con excelente gramática pero una imaginación nula, no se forman personas.
Debemos pensar en qué sociedad queremos crear, ya que ésta será el modelo de lo que se moldee en la escuela. Los niños deben tomar conciencia de lo que les rodea para que sean capaces de analizarlas y comprometerse con ellas, que su curiosidad crezca y aprendan a pensar realmente. El objetivo de la educación debería ser crear buenas personas. Si los niños no son capaces de tratar bien a los demás, de vivir en sociedad, sacar notas excelentes no les servirá de nada.
Bona se pregunta por qué la educación, al contrario que las grandes empresas, parece rehuir la innovación. No avanza a la par que la sociedad. Los niños de hoy en día ven el mundo desde una perspectiva completamente diferente a la de sus predecesores debido a los avances tecnológicos tan abismales de los últimos veinte años. Bona defiende el desarrollo tecnológico como herramienta educativa, igual que cualquier otro método encaminado al mismo objetivo, siempre y cuando se use con cabeza. Él busca sacar el mayor beneficio a largo plazo de todas las herramientas posibles.
En su muro de Facebook escribió: “Hagamos de las escuelas un lugar donde a los niños les apetezca ir”. Para que un niño desee ir a clase, la figura del profesor es importante. Lo ideal sería que fuese alguien que le aportase confianza, que le plantease retos.
Un aula debería de ser un espacio donde el alumno pueda exponer sus dudas e ideas para que el profesor pueda enseñarle con ejemplos reales en los que los alumnos se vean reflejados. Un lugar donde sólo te ponen delante pilas de deberes no motiva a nadie. La misión más importante de un docente es la de despertar el interés de los alumnos. Hay que cuidar la llama de esa curiosidad para que quieran seguir aprendiendo.
