Hay diferentes opiniones sobre la utilidad educativa del castigo. Es una palabra que a algunos padres les puede resultar dura. Si pensamos en su contrario, el premio, tal vez reduzca esa imagen de estricta educación. El castigo es una privación de algo con el fin de corregir una conducta inadecuada.
Recurso educativo
Puede que el castigo no sea de todo eficaz, sobre todo si lo utilizamos a menudo y no emprendemos otras vías para corregir actitudes. Por tanto, debe ser usado con prudencia. Si se usa a menudo, pierde impacto y eficacia. Según algunos expertos en educación, puede ser un instrumento educativo eficaz cuando el proceso educativo sufre alteraciones o paradas, cuando las explicaciones y los argumentos no surten efecto.
Para que el castigo sea eficaz debe estar bien definido, que sea adecuado a la edad y no desproporcionado, que se cumpla de inmediato o cuanto antes, y que no se elimine ante los lloros o carantoñas del niño. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo impracticable del tipo "si no te callas ahora te quedas este verano sin vacaciones" resulta del todo absurdo y quita toda la credibilidad a los padres. No están aconsejados cuando la mala conducta es empleada por el niño para llamar la atención de sus padres. Tampoco pueden ir contra los derechos y la dignidad del niño, ya que pueden herir su sensibilidad y causar resentimiento y rencor.
De qué privamos al niño
Podemos distinguir entre castigos previstos, cuando se ha avisado al niño de las consecuencias de una acción incorrecta; castigos imprevistos y castigos con oportunidades o "a la de tres": se otorga el castigo a la tercera, dando la oportunidad de rectificar la conducta en dos ocasiones. Los padres saben bien qué tipo de privación puede ser adecuada en cada momento, pero podemos recordar que hay privaciones afectivas: no hacerle caso, reprimenda, el silencio, el "tiempo fuera" o mandarle a la silla de pensar.
Otros castigos consistirán en privarle de un juguete, un programa de televisión, un cuento, un dulce... También están las privaciones de movimientos: no ir al parque, no ir al cine, quedarse en casa, no ir a jugar a casa de fulanito... No olvidemos que el castigo en sí no elimina necesariamente conductas erróneas, por lo que deberemos buscar más soluciones.