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Por qué los castigos no son eficaces y cuáles son las mejores alternativas
Educación
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Por qué los castigos no son eficaces y cuáles son las mejores alternativas
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Por Mª José Roldán

Muchos padres piensan que los castigos son eficaces porque castigan el mal comportamiento y así con tal reprimenda los niños serán capaces (ellos solos) de regular sus emociones y sus conductas inapropiadas, pero nada más lejos de la realidad… lo último que necesitan los niños para poder aprender una buena conducta es un castigo impuesto.

El castigo no educa

El castigo impuesto no educa a los niños, sólo les genera sentimientos de rabia, de ira, de confusión y además, les aleja emocionalmente de sus educadores. Los castigos son una forma que tienen los adultos para tomar reprimendas hacia unos comportamientos que no consideran adecuados pero que no saben las estrategias necesarias para que los niños y niñas puedan reconducir su conducta. 

Ningún tipo de castigo

El castigo como te he dicho en el punto anterior, no educa. Pero es que no debe haber castigos de ningún tipo en la educación de los niños. El castigo físico o verbal (que puede ser considerado maltrato) está penado y lo único que enseñará a los niños es  a tener miedo y sentimientos de hostilidad hacia la figura adulta, algo que sin duda, hará que su comportamiento empeore… por lo que el castigo, no servirá de ningún modo.

La disciplina positiva

La disciplina positiva es la única vía para que los niños puedan entender qué es lo que el adulto quiere de él y que sea el adulto quién le guíe mediante el respeto y el cariño por el camino que debe seguir. La disciplina positiva está basada en la orientación y la enseñanza hacia el niño, el adulto debe mostrar comprensión, paciencia y dejar al niño el tiempo necesario para controlar las emociones y poder entender qué es lo mejor en cada momento. 

La disciplina positiva para fomentar las buenas habilidades

De esta manera aprenderán a tener habilidades de resolución de problemas eficaz y los niños tendrán una buena imagen de sí mismos, lo que ayudará a que repitan los buenos comportamientos. 

La disciplina positiva hará que los niños sientan motivación por el buen comportamiento y que de este modo sean capaces de regular sus comportamientos por sí mismos, pero siempre en comunicación con el adulto.

Las consecuencias pactadas

Dentro de la disciplina positiva hay una forma de disciplinar a los niños que les permite que sean ellos los que tengan el control absoluto de su comportamiento, me refiero a las consecuencias.

Las consecuencias de comportamiento deberán ser pactadas entre adulto y niño para que de este modo el niño sepa qué se espera de él y aprenda que los comportamientos inadecuados tendrán recompensas o consecuencias negativas. 

Por ejemplo, un padre puede pactar con su hijo que si no recoge su habitación cada día tendrá 20 minutos menos de tiempo de ocio en la actividad que escoja. De este modo, el padre no se enfadará si el chico no recoge su dormitorio y el chico sabrá qué consecuencias tendrá que acatar si no hace lo que se espera de él (norma-consecuencia). Pero también hay que reforzar la conducta positiva, por lo que si siguiendo este ejemplo, el chico recoge durante 1 mes su dormitorio, podrá escoger una actividad a su gusto para realizar con su familia, como una salida al campo.

 

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