Lo ideal sería que nuestros hijos estudiaran y sacaran buenas notas porque son aplicados y responsables. Hay padres que ofrecen como premio una bici, un viaje... al final del curso si aprueban todo. Es un ejemplo típico de lo que puede ser un premio. El premio es un reconocimiento explícito hacia una acción positiva. Al igual que el castigo, el premio es un recurso educativo que puede ser eficaz especialmente cuando han fallado otras medidas habituales. Por tanto su eficacia irá en consonancia con la frecuencia y oportunidad con la que lo usemos.
Tipos de premios
Al igual que los castigos, podemos diferenciar varios tipos de premios: los pactados y previstos: precisamente la bici al final de un curso aprobado, por ejemplo. Los imprevistos: se dan sobre la marcha en la vida cotidiana, se trata de reconocer una buena conducta o un logro en el momento en que se ha dado. Es una pequeña recompensa. Anima y eleva la autoestima.
Premios por entregas: se conceden puntos o vales, o marcas que indican los pasos que el niño va dando hacia una meta. Cuando llega, gana un premio. Otros premios consisten en eliminar determinada obligación o tarea costosa o engorrosa. Los premios pueden consistir en un reconocimiento explícito de los padres, o en objetos materiales o dinero, y pueden tener relación con la capacidad de movimientos y autonomía.
Premios eficaces
Para que sea eficaz debe estar bien definido y que se haga realidad. No vale amagar y no cumplir, eso resulta decepcionante y un engaño. Si no se cumple, los padres perderán su credibilidad. El premio debe ser acorde al esfuerzo realizado y acorde con las posibilidades de la familia, no debe ser un exceso. Los padres, al igual que con el castigo o las privaciones, deben ser prudentes al aplicar los premios, ya que puede que el niño se acostumbre de tal forma que ya no haga nada si no hay un suculento premio, del tipo que sea.
También hay que reforzar las motivaciones auténticas que deben mover a nuestros hijos para llevar a cabo conductas positivas. Esto puede ser una tarea más lenta, pero es más segura y desde luego, conforma mejor la personalidad de nuestros hijos.