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A veces soy bueno... y a veces soy malo
Familia
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Los niños saben cuándo se portan bien y cuándo se portan mal, aunque pensemos que no se dan cuenta. También enjuician las acciones de los demás. El desarrollo de la conciencia infantil depende de sus padres y del entorno.

Etapas de la conciencia infantil

El despertar de la conciencia se da cuando apenas alcanzan los dos años, según algunos expertos. Tienen la conciencia natural sobre las pequeñas cosas mal hechas, aunque no se las hayan explicado los mayores. Aun así se suele definir como la edad del uso de razón los 6 ó 7 años, aunque desde los 4 interiorizan las normas. Hasta los 10 años el niño evitará castigos haciendo lo que los mayores le han enseñado que es bueno y malo. A partir de los 10 años le importará si los demás le consideran bueno o malo. Desde los 12 años desarrollan conceptos éticos.

Otros factores

El desarrollo moral es fruto también de otros factores: el desarrollo cognitivo, las experiencias del niño con su entorno, la reflexión que haga sobre los hechos que vive y conoce y los rasgos de comportamiento genéticamente condicionados. El entorno educativo influye mucho. En la medida de sus posibilidades los padres han de buscar el colegio que enseñe los mismos valores que quieren transmitir a sus hijos. Los educadores, después de los padres, son los referentes más importantes para los niños hasta los 12 años.

Bueno y malo: cómo enseñarle

Para enseñar qué está bien y qué está mal es necesario que haya normas y reglas. Para transmitir las normas y su valoración debemos usar un tono de voz medio, sin gritar. Mantener un contacto cercano y directo, mirando a los ojos y con una expresión serena. Usaremos una actitud firme y un lenguaje sencillo, por ejemplo: "esto no se hace", "esto está mal", "no vuelvas a hacer esto". Debemos evitar utilizar calificaciones personales del estilo "eres bueno", "eres muy malo" y hablar del acto en sí: "esto que has hecho no está bien". Y felicitémosle cuando ha hecho las cosas bien. Cuando se haya portado mal le censuraremos y haremos caso omiso de su comportamiento.

Estas conductas se pueden reforzar con un pequeño premio o castigo, en el momento siguiente a la acción. Por último, no olvidemos evitar comparaciones con hermanos, primos...y armarnos de paciencia.

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