Cuando se pierde a un ser querido, cada persona intenta asumirlo como buenamente es capaz, sin embargo, ¿qué sucede cuando es un niño el que tiene que asumirlo?, ¿cómo se le explica lo que acaba de pasar?
En función de la edad que tenga el niño, el proceso deberá ser de una u otra forma, de este modo, podremos observar que, en la mayoría de las ocasiones, el principal problema que se le plantea al niño, es el propio concepto de muerte.
En niños de entre 4 y 8 años, el concepto está relativamente asentado, es decir, saben que es un proceso irreversible, sin embargo, piensan que ni a ellos, ni a sus seres queridos, les puede llegar a suceder, es algo que saben que existe pero que piensan que eso sólo le afecta a gente que no conocen.
Por desgracia, cuando al niño se le muere un ser querido, la pérdida es para toda la familia, de ahí la complicación, ya que los padres y el resto de la familia también se encuentran de duelo, con lo que estar pendiente del niño en estos momentos puede resultar tarea complicada para los padres. En este caso, el ambiente familiar se encontrará tocado, no obstante, es necesario intentar que tanto el cuidado como las atenciones hacia el niño no se vean afectados, dentro de las propias posibilidades de los progenitores.
Al igual que nosotros damos muestras de nuestro dolor, deberemos intentar que el niño comprenda que puede expresar su dolor de forma natural, que no tiene que cohibirse ni esconderse.
Aunque resulte duro, es necesario estar muy atentos al comportamiento del niño, ya que puede estar triste, lo que sería normal, aunque habría que vigilar el grado de tristeza, ya que un entristecimiento excesivo, rozando la depresión, aislándose del entorno, podría llegar a suponer un problema grave difícil de solucionar.
En el caso opuesto, es decir, que el niño mostrara la alegría habitual o una total indiferencia, también podría suponer un problema, ya que en este caso, el niño podría no estar asumiendo la muerte, o bien, carecer de un sentimiento de empatía, muy perjudicial para su desarrollo futuro.
Por último, también serían síntomas de mal asimilación de la muerte de un familiar, si el niño mostrara una conducta agresiva con el resto de la familia o con sus amigos.