Hay una etapa infantil, entre los 2 y los 4 años especialmente, en que es habitual en los niños decir "¡no quiero!". Los padres deben saber actuar en esos momentos en los que parece imposible que nuestros hijos obedezcan.
Razones de la desobediencia infantil
En esa etapa del desarrollo infantil, el niño empieza a sentirse más independiente de sus padres y a desarrollar su personalidad, un momento de autoafirmación en el que trata de medir hasta dónde puede llegar con sus comportamientos, espera a ver la reacción de sus padres y dónde ponen los límites en su educación.
Muchas veces será para llamar nuestra atención, especialmente si cuando hace las cosas bien no acostumbramos a felicitarle. Otras será porque no ha escuchado, por estar distraído, porque varias personas le hablan la vez o no ha entendido la orden.
Saber dar órdenes
Para que nuestro hijo vaya aprendiendo a obedecer, nosotros debemos saber dar órdenes.
Debemos tener en cuenta cómo es nuestro hijo y si será capaz de llevar a cabo lo que le pedimos. Nuestra orden debe ser clara y precisa, no debemos repetirla y debe ir acompañada de una breve explicación sobre qué pasará si no obedece y qué pasará si lo hace. Debemos saber que la etapa en la que más "noes" recibiremos es sobre todo la de los 2 a los 3 años, cuando tratará de hacer las cosas él solo. No debe preocuparnos demasiado y dejaremos que se equivoque, pero tampoco le perdamos de vista. Nuestra actitud ha de ser pacífica y paciente.
Las rabietas infantiles
Habrá ocasiones en las que estalle en una rabieta infantil. No es el momento de explicaciones, sino de llevarle a "la silla de pensar", o a un lugar en el que esté solo para que perciba que su forma de actuar está "fuera de juego". Debemos ser firmes para mantener las órdenes que consideramos necesarias. Nos ayudará saber que muchas veces lo que hace el niño es retar la autoridad de sus padres. No nos arriesguemos a perderla dejándonos ganar por la pena si llora y, eso sí, felicitémosle en caso de que cambie de actitud. Por otra parte los padres deben recordar que los "noes" no sirven siempre y que hay momentos en que los peques necesitan probarse a sí mismos, si su actividad no conlleva peligro, no limitemos siempre todas sus acciones.