A pesar de que durante los primeros meses de vida, los bebés acuden al pediatra de forma periódica, cuando éstos tienen entre 6 meses y un año de vida es cuando empiezan a manifestar miedo cuando deben visitarlo. Esto es así, porque en este periodo de tiempo, el niño sufre la etapa del miedo a la separación y comienza a temer a los desconocidos.
Por lo general, los niños no suelen tener miedo al pediatra, sino más bien a que los examinen con diferentes instrumentos, tan extraños bajo su punto de vista, ya que algunos niños son muy sensibles y viven estas experiencias con mucho más miedo que los adultos, llegando a llorar cuando no son capaces de dominar su terror.
· El papel de los padres en las consultas del pediatra
Los padres son unos intermediarios muy importantes para iniciar el contacto del niño con el pediatra, ya que antes de examinar al niño, el pediatra hablará un poco con los padres, con lo que el niño al ver que sus padres interactúan con el pediatra, irán perdiéndole poco a poco el miedo.
Otro recurso que puede emplearse para que el niño esté más tranquilo durante las revisiones médicas, son los juguetes. El niño puede llevarse uno de sus juguetes favoritos con el que se sentirá más cómodo y seguro, y con el que jugará mientras sus padres hablan con el pediatra, haciéndole la espera mucho más confortable.
· Qué hacer cuando el niño muestra auténtico pánico ante las revisiones médicas
Cuando el niño se muestra inseguro, tiene miedo de ir al pediatra y llora en cada consulta, no es necesario cambiar de pediatra, salvo que éste no le trate de una manera adecuada, ya que lo que los niños temen, como se ha dicho antes, no es a la persona, sino a lo que esa persona les hace. Por ello, antes de acudir a la consulta es importante hablar con el niño, intentar tranquilizarlo y hacerle ver que no le va a pasar nada malo, que mamá y papá estarán con él y le consolarán cuando todo termine.
En raros casos, puede darse que el niño muestre auténtico pánico a las visitas al pediatra, llegado incluso hasta vomitar como consecuencia del miedo y la angustia que sufre, provocado todo ello por falta seguridad. En este caso, lo más recomendable es que los padres y el pediatra traten la situación, ya que una reacción de este tipo es muy desproporcionada.