Una de las formas más comunes en las que se muestra el estrés infantil es la ansiedad, la cual, se manifiesta a nivel físico y emocional, sobre todo en situaciones de tensión.
Al tratarse de un mecanismo defensivo del cuerpo muy útil, en ciertas ocasiones, puede ser considerado hasta cierto punto normal, sin embargo, un exceso de estrés infantil puede resultar abrumador para un niño y afectar a su capacidad de realizar correctamente las tareas en el día a día.
• Síntomas del estrés infantil
Veamos a continuación algunos de los principales síntomas que puede ocasionar el estrés infantil en el niño:
- Ansiedad generalizada. Es el síntoma más común y el que lleva al niño a preocuparse excesivamente por cosas como el colegio, la salud o la seguridad de los miembros de la familia, el futuro, etc.
Por lo general, piensa que sucederá siempre la peor de las posibilidades, una sensación que suele venir acompañada de alteraciones físicas, como por ejemplo, dolores de cabeza, tensión muscular, fatiga, trastornos estomacales, etc... Lo que como consecuencia de ello, evita ir a colegio o realizar cualquier actividad social.
- Trastorno obsesivo-compulsivo. La ansiedad generada por el estrés se expresa en forma obsesiva y compulsiva. El niño presenta pensamientos fijos de preocupación y repite determinadas acciones para tratar de aliviar la sensación.
- Fobias. Consiste en una serie de miedos a cosas o situaciones específicas que no son dañinas, las cuales, son evitadas por el niño a toda costa.
- Ataques de pánico. Consiste en episodios de ansiedad que ocurren sin razón aparente y que se expresan de forma física y emocional, como por ejemplo, mareos, taquicardias, miedos, etc...
- Estrés post-traumático. Es el resultado de alguna experiencia traumática ocurrida en el pasado. Los síntomas pueden ser pesadillas, miedos irracionales y negación del suceso que originó el trauma.
• Tratamiento del estrés infantil
Los trastornos derivados del estrés infantil deben ser tratados por profesionales de la salud. En este caso, el terapeuta valorará los síntomas, y a partir del diagnóstico, elaborará un plan de acción curativo. Por lo general, se le suelen enseñar al niño estrategias que le permitan pensar en las situaciones que le causan el estrés, para que así pueda intentar controlar los problemas derivados de la mejor manera posible.
De este modo, los pequeños desarrollan habilidades y técnicas, como por ejemplo, ejercicios de relajación y de respiración, que les permiten lidiar con el estrés. Aunque los medicamentos pueden ayudar en casos puntuales, lo más recomendable es centrarse en las terapias de autocontrol personal.
